"Este restaurante se adentra literalmente en el Mar Menor, con sus terrazas. Desde el comedor del piso superior, las vistas son espectaculares. Tratan materia prima de calidad, sobre todo los pescados, con elaboraciones muy correctas. Buen repertorio de arroces por encargo. Y una carta de vinos corta pero muy bien seleccionada. Decepcionan los entrantes y ensaladas, pobres en cantidad y presentación. Los postres son caseros y cumplen bien. En mi opinión, han colocado demasiadas mesas y muy juntas. El comedor funciona de dos turnos a mediodía (13:30 y 15:30), que hace que la gente del segundo turno se amontone en la entrada o en la terraza, mientras espera que se libere su mesa. Los baños son pequeños, y no están dimensionados para tanta gente, lo que genera colas. Los comedores resultan bastante ruidosos cuando las ventanas están cerradas, haciendo difícil la conversación. La eficiencia y atención del personal consigue que, a pesar de la masificación, el ritmo de la comida sea adecuado. Una pena que con un entorno tan privilegiado, buena materia prima y cocina más que correcta, la experiencia del cliente desmerezca un poco por la masificación y el ruido. Aún así, es una muy buena opción. Trataremos de volver un día entre semana, a ver si está más tranquilo."